LECTURAS DEL MARTES XXX DEL T. ORDINARIO 29 DE OCTUBRE (VERDE)

 

¿Con qué podré comparar al Reino de Dios?





Feria o Misa para después de la cosecha

Verde MR p.1085 [1130] / Lecc. II p. 944


ANTÍFONA
DE ENTRADA Sal 66, 7

La
tierra ha producido ya sus frutos: que nos bendiga el Señor, nuestro Dios.

 ORACIÓN
COLECTA

Te
damos gracias, Señor, por los frutos que la tierra ha producido para provecho
de los hombres, a fin de que, así como tu admirable providencia dispuso un buen
clima para su crecimiento, de la misma manera hagas que broten en nuestros
corazones el germen de la justicia y el fruto de la caridad. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Éste es un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.

De la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 5, 21-33

Hermanos: Respétense unos a otros, por reverencia a Cristo: que las mujeres respeten a sus maridos, como si se tratara del Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y salvador de la Iglesia, que es su cuerpo. Por lo tanto, así como la Iglesia es dócil a Cristo, así también las mujeres sean dóciles a sus maridos en todo.

Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella para santificarla, purificándola con el agua y la palabra, pues él quería presentársela a sí mismo toda resplandeciente, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e inmaculada.

Así los maridos deben amar a sus esposas, como cuerpos suyos que son. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie jamás ha odiado a su propio cuerpo, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.

Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Éste es un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En una palabra, que cada uno de ustedes ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 127

R/. Dichoso el que teme al Señor.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos: comerá del fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien. R/.

Su mujer, como vid fecunda, en medio de su casa; sus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de su mesa. R/.

Esta es la bendición del hombre que teme al Señor: “Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida”. R/.



ACLAMACIÓN  Cfr. Mt 11, 25









R/. Aleluya, aleluya.



Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.

Creció la semilla y se convirtió en un arbusto.

Del santo Evangelio según san Lucas: 13, 18-21

En aquel tiempo, Jesús dijo: “¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a la semilla de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció y se convirtió en un arbusto grande y los pájaros anidaron en sus ramas”.

Y dijo de nuevo: “¿Con qué podré comparar al Reino de Dios? Con la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina y que hace fermentar toda la masa”. 

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS

Santifica,
Señor, los dones que del fruto de la tierra te presentamos con acción de
gracias; y tú, que eres quien nos da la abundancia de los frutos terrenales,
haz que nuestras almas puedan producir frutos para el cielo. Por Jesucristo,
nuestro Señor.

ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN   Cfr. Sal 103, 13-15

Con
los frutos de tus obras, Señor, llenas la tierra, para que obtengamos de ella
el pan y el vino que alegra nuestro corazón.

ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos,
Señor, que, al darte gracias, mediante este sacramento de salvación, por los
frutos de la tierra que hemos cosechado, merezcamos conseguir, por efecto de
ese mismo sacramento, bienes más excelentes. Por Jesucristo, nuestro Señor.