LECTURAS DEL DOMINGO XXVI DEL T. ORDINARIO 29 DE SEPTIEMBRE (VERDE)

 

Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.




Domingo XXVI del Tiempo Ordinario [Se omite la Fiesta de los santos arcángeles, Miguel, Gabriel y Rafael] MR, p. 440 (436) / Lecc. II, p. 169

ANTÍFONA DE ENTRADA Dn 3, 31. 29. 30. 43. 42

Todo lo que hiciste con nosotros, Señor, es verdaderamente justo, porque hemos pecado contra ti y hemos desobedecido tus mandatos; pero haz honor a tu nombre y trátanos conforme a tu inmensa misericordia.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, apresurándonos hacia lo que nos prometes, nos hagas partícipes de los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta.

Del libro de los Números: 11, 25-29


En aquellos días, el Señor descendió de la nube y habló con Moisés. Tomó del espíritu que reposaba sobre Moisés y se lo dio a los setenta ancianos. Cuando el espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar.

Se habían quedado en el campamento dos hombres: uno llamado Eldad y otro, Medad. También sobre ellos se posó el espíritu, pues aunque no habían ido a la reunión, eran de los elegidos y ambos comenzaron a profetizar en el campamento.

Un muchacho corrió a contarle a Moisés que Eldad y Medad estaban profetizando en el campamento. Entonces Josué, hijo de Nun, que desde muy joven era ayudante de Moisés, le dijo: “Señor mío, prohíbeselo”. Pero Moisés le respondió: “¿Crees que voy a ponerme celoso? Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el espíritu del Señor”.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.

Del salmo 18 

R/. Los mandamientos del Señor alegran el corazón.


La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. R/.

La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R/.

Aunque tu servidor se esmera en cumplir tus preceptos con cuidado, ¿quién no falta, Señor, sin advertirlo? Perdona mis errores ignorados. R/.

Presérvame, Señor, de la soberbia, no dejes que el orgullo me domine; así, del gran pecado tu servidor podrá encontrarse libre. R/.

Sus riquezas se han corrompido.

De la carta del apóstol Santiago: 5, 1-6


Lloren y laméntense, ustedes, los ricos, por las desgracias que les esperan. Sus riquezas se han corrompido; la polilla se ha comido sus vestidos; enmohecidos están su oro y su plata, y ese moho será una prueba contra ustedes y consumirá sus carnes, como el fuego. Con esto ustedes han atesorado un castigo para los últimos días.

El salario que ustedes han defraudado a los trabajadores que segaron sus campos está clamando contra ustedes; sus gritos han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Han vivido ustedes en este mundo entregados al lujo y al placer, engordando como reses para el día de la matanza. Han condenado a los inocentes y los han matado, porque no podían defenderse.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN Cfr. Jn 17, 17 



R/. Aleluya, aleluya.




Tu palabra, Señor, es la verdad; santifícanos en la verdad. R/.

El que no está contra nosotros, está a nuestro favor. —Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela.

Del santo Evangelio según san Marcos: 9, 38-43. 45. 47-48


En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: “Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos”. Pero Jesús le respondió: “No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor. Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.


Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar. Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”.

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.

Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL


Con el corazón abierto a los hombres y mujeres del mundo entero, presentemos al Padre nuestras plegarias.

Después de cada petición diremos: Padre, escúchanos

Para que la Iglesia reconozca la acción del Espíritu Santo y sea fiel en el cumplimiento de su voluntad. Oremos.

Para que las autoridades civiles se esfuercen en la búsqueda de la paz en nuestra Patria, con justicia y dignidad. Oremos.

Para que, en este tiempo de crisis, los ricos sean conscientes de su deber para que los bienes de este mundo lleguen a todos, y puedan disfrutar de una vida digna. Oremos.

Para que todos nosotros amemos cada día más a Jesucristo. Oremos.

Escucha, Padre, nuestra oración y haz que tu luz y tu gracia lleguen a todos los hombres y mujeres del mundo entero. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Dios misericordioso, que nuestra ofrenda te sea aceptable y que por ella quede abierta para nosotros la fuente de toda bendición. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN. 1 Jn 3, 16

En esto hemos conocido lo que es el amor de Dios: en que dio su vida por nosotros. Por eso también nosotros debemos dar la vida por los hermanos. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que este misterio celestial renueve, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que seamos coherederos en la gloria de aquel cuya muerte, al anunciarla, la hemos compartido. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.