Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 91, 13-14
El justo florecerá como palmera, y se multiplicará como cedro del Líbano, plantado en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro Dios.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que otorgaste a san Antonio, Abad, el don de servirte en el desierto con una vida admirable, concédenos, por su intercesión, que, negándonos a nosotros mismos, te amemos siempre sobre todas las cosas. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Contamos con la esperanza, que es como un ancla firme y segura.
De la carta a los hebreos: 6, 10-20
Hermanos: Dios no es injusto para olvidar los trabajos de ustedes y el amor que le han mostrado al servir a sus hermanos en la fe, como lo siguen haciendo hasta hoy. Deseamos, sin embargo, que todos y cada uno de ustedes mantenga hasta el fin el mismo fervor y diligencia, para alcanzar la plenitud de su esperanza. Así, lejos de volverse negligentes, serán ustedes imitadores de aquellos que, por la fe y la paciencia, heredan lo prometido por Dios.
En efecto, cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no había nada superior por lo cual jurar, juró por sí mismo, diciendo: Te colmaré de bendiciones y te daré una descendencia innumerable. Por este motivo, Abraham perseveró en la paciencia y alcanzó lo prometido por Dios. Cuando los hombres juran, lo hacen por alguien superior a ellos, y el juramento pone fin a toda discusión. También Dios, cuando quiso mostrar con plenitud a los herederos de la promesa lo irrevocable de su decisión, se comprometió con un juramento.
Así pues, mediante estos dos actos irrevocables, promesa y juramento, en los cuales Dios no puede mentir, tenemos un consuelo poderoso los que buscamos un refugio en la esperanza de lo prometido. Esta esperanza nos mantiene firmes y seguros, porque está anclada en el interior del santuario, ahí donde Jesús entró, precediéndonos, constituido sumo sacerdote, como Melquisedec.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 110
R/. El Señor se acuerda siempre de su alianza.
Quiero alabar a Dios, de corazón, en las reuniones de los justos. Grandiosas son las obras del Señor y para todo fiel, dignas de estudio. R/.
Ha hecho inolvidables sus prodigios. El Señor es piadoso y es clemente. Acordándose siempre de su alianza, Él le da de comer al que lo teme. R/.
Él redimió a su pueblo y estableció su alianza para siempre. Dios es santo y terrible y su gloria perdura eternamente. R/.
ACLAMACIÓN Cfr. Ef 1, 17-18
R/. Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes, para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento. R/.
El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado.
Del santo Evangelio según san Marcos: 2, 23-28
Un sábado, Jesús iba caminando entre los sembrados, y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: “¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?”. Él les respondió: “¿No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros”.
Luego añadió Jesús: “El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, las ofrendas de nuestro servicio, que presentamos en su altar en la conmemoración de san Antonio y concédenos que, libres de las ataduras de este mundo, seas tú nuestra única riqueza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Mt 19, 21
Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y sígueme, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados con el sacramento de la salvación, concédenos, Dios nuestro, que siempre superemos todas las insidias del enemigo, tú que le concediste a san Antonio lograr tan ilustres victorias contra el poder de las tinieblas. Por Jesucristo, nuestro Señor.